miércoles, febrero 08, 2006

Zona putonal

Cuando este papel que huele a tinta llegue a los kioscos, a la calle Montera en Madrid le faltarán horas para convertirse en terreno vedado —la única mariconada en toda la película «Brokeback Mountain» es el título que le han puesto en castellano— para la circulación de vehículos. O sea, en román paladino, que por orden de la autoridad pertinente se transforma en zona peatonal. Aunque más valdría hablar de zona putonal.
Desde la Puerta del Sol hasta Gran Vía, en plena entraña de lo que una vez fue el centro del imperio, sobrevive una calle que para ofensa de comerciantes y vecinos y deleite de golosos parece un escaparate al aire libre de carne cruda. Las viejas dejaron el sitio a las negras, que a su vez fueron destronadas por una legión de lolitas de por donde Europa perdió su telón de acero.
La diferencia entre una ciudad de provincias y una capital con fuste consiste en que las putas de aldea se quedan en el zaguán, mientras que en las grandes urbes ofrecen su mercancía a plena luz del día (cocina de mercado). Lo mismo en Barcelona que en Alicante, en Málaga...
En este mundo traidor de valores subvertidos donde los malos caricaturizan a Mahoma y los que retuercen trenes con viajeros dentro van al paraíso de las huríes, donde los capullos son los familiares de las víctimas de ETA y no sus verdugos, el viejo asunto de la prostitución sigue encerrando gatos, hipocresías e intereses económicos.
Si se legalizaran los lupanares y las putas pudieran trabajar por cuenta ajena o asegurarse como autónomas se avanzaría en la lucha contra las mafias de tratas de blancas, el proxenetismo, la explotación... Y Solbes llenaría su caja, aunque luego la tuviera que vaciar Zapatero para contentar a sus extraños compañeros de cama catalanes.
Talibanes hay que aferrados a su moralidad o su progresismo liberador plantean la prohibición del oficio como solución para esterilizar el problema. Algunos incluso apuestan, en el colmo de la necedad, por acotar los males con la creación de parques temáticos de la cosa, territorios comanches, zonas restringidas. Vamos, algo así como putódromos. Y para partirse de risa resulta el sinónimo de meretrices que algunos emplean al referirse a las furcias de toda la vida.

2 comentarios:

Ángel dijo...

No sé si te he calado... ¿Eres el ínclito Antonio Moreno Figueras, ex compañero de clase y 'veterano' periodista que por cuestiones de proyección laboral se vio obligado a respaldar con un título el oficio que llevaba años ejerciendo?

Las iniciales coinciden y algunos temas, giros y recomendaciones literarias son propios de él (o de ti). Sin embargo, no me pega el tono combativo y callejero, y me extrañan algunas cosas como hablar de las putas de Madrid, Barcelona y Málaga. Si eres él (o tú), ¿qué fue de Córdoba, el recreo de tus escapadas? Sácame de dudas.

Un saludo,

PD: En cuanto a las putas, si ejercen, que sea libremente. Lo demás son cosas periféricas y menos urgentes que el drama de la explotación sexual.

Anónimo dijo...

Pues yo en la mili conocí a un Moreno Figueras que le daba al vino y a la poesía, combativo, callejero y putero... No sé si será el mismo.
Por cierto, la mili fue en El Ferral del férreo y frío León.