lunes, mayo 01, 2006

La fala galega y el nardo de Bernardo

Lo reconozco. Nunca oí nada semejante. ¿Que en tres pueblos de la Sierra de Gata se habla gallego? ¿No será portugués mal hablado? Qué atrevida se antoja la ignorancia. Ni los títulos universitarios (periodista y filólogo) ni la herencia (madre extremeña) han sido suficientes para que supiera de la fala galega en Extremadura.
Aunque sigo aspirando a no morir nunca, creo que he rebasado ya la mitad del camino (cuánto Petrarca hay en nuestras vidas). A pesar de ello no me importa reconocer mis vacíos (muchos) y lagunas (las de Ruidera y otras). Molesta quizá un poco que tenga que ser Anxo Quintana, vicepresidente de la Junta gallega, el que aporte nuevo material informativo a mi ya casi saturado disco duro cerebral. Reconforta, en cambio, que Alfonso Armada haya devanado el pasado domingo, en un esclarecedor reportaje, los hilos de la rueca de la polémica que enfrenta a nacionalistas gallegos con los socialistas extremeños.
Duele constatar que con demasiada frecuencia aquí, en Murcia y en Sebastopol son los menos dotados los que llevan las riendas. No me importa admitir entre mis asuntos de tertulia de mesa-camilla el asunto de la fala extremeña, siempre y cuando se incluya también en el orden del día un intercambio de opiniones sobre la flauta de Bartolo, la carabina de Ambrosio o el nardo de Bernardo.
Cambiando de tercio. A veces parece muy difícil la condescendencia con el género humano. El mismo día que aparecía en estas páginas el escrito de Alfonso Armada sobre el «otro gallego», Madrid «celebraba» su maratón popular. Ahora que he descubierto —nunca es tarde— que es palabra masculina, pero a veces femenina (ya casi nadie se moja en nada), he comprobado también que 13.000 personas (ciudadanos del mundo) corriendo en calzoncillos o en bragas resulta motivo suficiente para cortar el tráfico en Madrid durante varias horas. Reivindico, con la humildad del eremita, una gran marcha de aficionados a las películas porno. Seguro que somos más de un millón. Espero que cuando paseemos por las calles, aunque sea más vestidos que los maratonianos, supriman la circulación rodada al menos durante varios días, en justa correspondencia numérica con el fervor de nuestra devoción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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